Estuvimos conversando con Fernando, presidente del Club el Uruguayito. Un club emblemático de la zona, lleno de historias y anécdotas, cuyos comienzos se remontan alrededor de 1938.
Recordamos las actividades realizadas a lo largo del tiempo, cómo este ha sido parte de la identidad del barrio, y cómo se ha transformado, llegando a la actualidad.
Rememorando viejos tiempos, nos contaba que en su momento, el club jugaba en ligas amateurs, y que fue parte de la liga del Cerro, liga creada junto a “Chiche” Zapata del club Huracán y Lucas del Club la Boyada.
Nos sorprendió conocer que el club tuvo una cancha, a la cual se entraba por Santín Carlos Rossi. Tenía vestuarios, caldera, toda equipada, y hasta la utilizaba Cerro para practicar.
Se ubicaba cerca de donde hoy es el Caif Crearé, por la actual calle Lautaro y alrededor era todo bañado, pero esa zona era alta, y la tenían libre del “pajonal”. En la dictadura fue cerrada y de a poco le fue ganando el bañado, hoy ya no queda nada de aquel lugar.
Muchos vecinos y vecinas recuerdan esa cancha y sin dudas, deben haber muchas anécdotas de ver los partidos por el patio de su casa.
Otra anécdota del club era cuando en Carnaval se traían conjuntos de música, y se elegía a la reina del Uruguayito. Se traían bancos, tablones, el “Pàjaro” que es fletero de la zona, traía la chata y así se hacía el escenario. Se vendían chorizos y bebidas.
En cuanto a “personajes” que frecuentaban el club, Fernando recuerda a Antonio Arambillete. Antonio era el vidriero del barrio, y el club era como la oficina de él, nos contaba Fernando, entre risas y nostalgia. “Antonio siempre andaba de buen talante, era una persona agradable y generosa”.
Como anécdota Fernando nos cuenta que Antonio siempre decía “yo no preciso tener plata”, mientras se tomaba un vino a pagar en otro momento, pero siempre venía alguien y comentaba que tenía que poner vidrios en su casa, y ahí mismo le dejaba unos pesos. Y Antonio lo miraba y decía “viste que yo no preciso plata, siempre tengo, siempre viene”. Fernando lo recuerda así como con esa “sabiduría de bohemio”.
También recuerda que el bar, así como muchos otros de la zona, era frecuentado por los troperos, cuando en la época de frigoríficos arreaban el ganado. Comenta que “troperos había en todos los boliches, porque era gente del barrio, familiares, era normal, venían a caballo.” Un primo de él era tropero, asì que su familia ya frecuentaba el club, comenta entre risas.
El Uruguayito es parte de la historia del barrio, ubicado en la esquina de Lucio y Martori. Se dice que cuando cierra se extraña, porque ciertamente le da vida a la dinámica barrial.
Judith es quien cocina en el club, y comenta que es como su segunda casa. Le gusta su trabajo y cuando no viene lo extraña. Menciona que el club es muy importante, le da vida a la zona, de noche está abierto, entonces hay luz, mùsica, la gente circula tranquila por allì sabiendo que el club està abierto.
Hoy en día, el club tiene un espacio de cantina, donde venden pizza, milanesas, empanadas. A fin de año se hacen viajes familiares. Intenta conformarse como un espacio familiar.
¿Cuán importante es el Uruguayito para el barrio? ¿Cuántas historias y anécdotas para contar? ¿Qué personajes ha visto circular?
Con ese interés nos acercamos al barrio, para conocer cómo se vive en é
l, qué historias hay. Historias mínimas, a veces invisibles, pero tan importantes para la vida de muchas personas.
Equipo Proyecto La Paloma